ENTREVISTA CON PEDRO RUBIANO



Hizo las primeras letras de la mano de las Madres Franciscanas de Cartago (Valle), donde nació. Cursó bachillerato y, por supuesto, fue monaguillo en el seminario menor de Cali. Desde entonces consagró su vida al cristianismo vivo, social, humano; a la doctrina del amor y a la práctica de la caridad.
Hace 50 años recibió la ordenación sacerdotal y vio coronada su vida de consagración al servicio, al ser nombrado cardenal por Juan Pablo II, el 21 de Febrero del 2001.
Hoy, después de haber recorrido todos los caminos de fervor por el servicio a la comunidad, el cardenal Pedro Rubiano, arzobispo de Bogotá, anuncia su retiro. El próximo 13 de septiembre cumplirá 75 años, edad en la que el Código de Derecho Canónico le impone que deje su cargo.
El cardenal anuncia su retiro sin rostro de nostalgia, sin melancolía. Ni siquiera hace remembranzas de sus días de cura. Pletórico en su vigor y en sus pensamientos, cumplirá con la norma canónica. Pero es casi seguro que, ante su plenitud actual, la Santa Sede lo conserve un tiempo más.
¿Cuándo presentará su renuncia?
Ahora, al cumplir los 75 años de edad.
¿Con pesar?
Con alegría, al observar el balance de mi vida sacerdotal.
¿Cuál es el problema de Colombia que hoy más le preocupa?
El desplazamiento de miles de personas y niños que han tenido que dejar sus tierras y sufren pavorosamente, sin tener dónde vivir, sin educación, sin salud, sin trabajo, sin comida. Aquí en la Arquidiócesis tenemos el Centro de Atención de los Migrantes (Cami). Estamos recibiendo mensualmente entre 1.100 y 1.200 personas.
Mujeres que llegan solas con sus pequeños hijos. ¿Dónde están sus maridos? Se los llevó o los mató la guerrilla. En la parroquia de San Patricio tenemos unos talleres, a donde van hombres y mujeres a aprender oficios como la panadería y las confecciones. Tenemos apoyo del Sena. Yo hice el banco de alimentos y estamos llegando a más de 70 mil personas diarias con comida. Todo eso viene de la solidaridad de la gente...
¿Qué tan cierta es la molestia de la jerarquía eclesiástico por un editorial de EL TIEMPO en el que se alude al supuesto carácter conservador del Papa Benedicto XVI?
Tenemos la impresión de que el editorialista no tuvo tiempo de leer Sacramentum Caritatis, que es una exhortación apostólica postsinodal, y que sus críticas se originaron en una equivocada información. La cosa es muy sencilla: no fue su Santidad quien redactó el documento. Fuimos todos sus obispos reunidos en el sínodo del 2006. Mal pueden decir que el Papa tiene posturas conservadoras cuando las opiniones son del sínodo.
¿Cuáles son las manifestaciones de la exhortación pontificia sobre el hambre?
Recalca que con menos de lo que el mundo gasta en armamentos se podría satisfacer el hambre de todos.
¿En su opinión, esa tesis es aplicable a Colombia?
Al mundo. En el caso de Colombia, la violencia debería contenerse por la vía del diálogo, de la negociación. Pero la guerrilla genera otros escenarios y, cuando hay problemas tan fuertes como el secuestro, el atropello a la vida, el Gobierno no puede quedarse con los brazos cruzados. Y no es sólo el Gobierno: vea cuánto se paga en Bogotá y en el resto del país en seguridad privada. Hay un irrespeto permanente a la vida, a la dignidad y a la propiedad privada.
¿La guerrilla no surge como una expresión de protesta por la desigualdad social?
No, hombre. Ni las Farc ni el Eln están luchando por los pobres; tratan de tomarse el poder valiéndose del narcotráfico. ¿Cómo se alimenta la guerrilla? Por el tráfico de droga y por el más inhumano y terrible de los delitos: el secuestro. Es el atropello más grande contra la dignidad de una persona. Mire lo que hacen por ejemplo las Farc cuando hablan de negociación para la liberación de los secuestrados; sólo mencionan los llamados "secuestros políticos", no a los que denominan "económicos".
Con todo respeto, ¿la posición suya no es...?
La posición mía es evangélica. Dice el Señor que nos amemos los unos a los otros, que miremos a quienes tienen mayor necesidad, no simplemente para dar una limosna sino para ayudarlos a salir y puedan crecer con dignidad.
Sobre las expresiones del Santo Padre, ¿no es injusto y retrógrado prohibir, en pleno siglo XXI, la comunión a los católicos separados y vueltos a casar?
A veces la gente no entiende. El católico que se separa y hace una nueva unión no está excomulgado ni siquiera está por fuera de la Iglesia. Lo que pasa es que, cuando usted pertenece a cualquier sociedad, hay unas normas que debe cumplir. "Hasta que la muerte los separe" no es invento del Papa.
¿Prohibir la comunión no crea resentimiento contra la Iglesia?
He encontrado muchos casos de hombres y mujeres separados que así lo creen. Eso sucede por la falta de preparación de los novios para el matrimonio. Es que en una unión para toda la vida no se puede improvisar.
¿No le parece al menos injusta la posición del Papa frente a los homosexuales? ¿Qué culpa tiene un ser humano de haber nacido así?
No tiene ninguna culpa y ni el Papa ni nadie los condena por eso. Lo que se condena es la pretensión de que dos personas del mismo sexo se vuelvan una familia o un matrimonio. Eso va contra natura. Pero mire: si dos personas del mismo sexo quieren vivir juntas, de puertas para adentro, ¿quién se mete allí? Nadie. Y nadie puede impedir, por ejemplo, que suscriban una sociedad.
Es decir: usted acepta y respeta a un homosexual...
Por supuesto que lo respeto. Pero eso de las manifestaciones de protesta -porque no se les conceden los mismos derechos que tiene un matrimonio entre hombre y mujer- es inaceptable.
¿Entonces comparte el reciente fallo de la Corte Constitucional según el cual las parejas homosexuales comparten sus patrimonios y puede separarlos?
Si dos personas suscriben una sociedad, nadie les impone ser amantes o no serlo. Si quieren vivir en pareja, allá ellos, nadie lo puede impedir. Lo que no se puede aceptar es que a eso se le llame una familia porque eso daría derecho, por ejemplo, a la adopción. A eso es a lo que se opone el Santo Padre.
¿No cree entonces que el Papa Benedicto XVI haya dado un giro a la derecha?
De ninguna manera. Ha mantenido la fidelidad al evangelio. La doctrina católica es una y no se puede cambiar de la noche a la mañana.
¿Pero el Papa Juan XXIII avanzó muchísimo en la modernización de la iglesia?
Es que el Papa Juan XXIII convocó un concilio que hizo toda una reflexión sobre el momento de la iglesia en el mundo. Pero jamás Juan XXIII modernizó, como usted dice, la doctrina de la Iglesia. Hubo cambios en la liturgia que fueron sugeridos por toda la Iglesia.
¿Por qué la radical defensa que el Papa hace del celibato?
No es opinión del Papa, insisto. El día en que yo tomé la decisión de ser sacerdote asumí que podía aceptar todos los compromisos y obligaciones que ello supone. A mí nadie me obligó a ser sacerdote y yo sabía a lo que tenía que renunciar para poder entregarme al servicio de todos.
¿Cómo ve el proceso de la llamada 'parapolítica'?
Todas estas cosas que sacuden al país son importantes. Es como cuando uno revisa el clóset y encuentra cosas que hay que sacar. Es importante que la política se purifique. Pero hay que tener mucho cuidado porque a veces la gente acusa sin que el juicio se haya realizado y sin que haya condena. A veces las sospechas nacen también de la maledicencia de gentes que quieren hundir a determinada persona.
¿La política se ha alimentado del narcotráfico?
Del narcotráfico se han alimentado la guerrilla, los paramilitares y, en muchos casos, la política.
¿Cuál debería ser el gran tema de meditación del país en esta Semana Mayor?
La verdad, porque la verdad nos hace libres; la verdad conduce a la paz interior. En eso consiste, por ejemplo, el sacramento de la confesión: la verdad del pecado o la falta cometida conduce a la tranquilidad de conciencia. Y en el caso de los paramilitares, tiene que existir reparación. Muchas veces puede ser ir a la cárcel, si no tiene otra forma de reparar. No puede haber perdón y olvido. Tiene que existir confesión y tiene que haber una reparación.
¿Es partidario del acuerdo humanitario?
Todos somos partidarios de humanizar el conflicto. Pero uno no puede perder la memoria. El presidente Uribe libero cuatro o cinco guerrilleros como una expresión de buena voluntad. ¿Cuántos liberó la guerrilla? Jugaron sucio. Ellos ofrecían y no cumplieron. Ojalá se diera, pero yo no veo voluntad en estos señores.
El problema de la guerrilla es muy difícil de solucionar mientras haya todo ese combustible del narcotráfico, mientras los países ricos consuman y el uso de la cocaína aumente tendremos violencia. Esa es nuestra cruz más pesada.
Sobre los gays
"Los respeto. Pero eso de las protestas, porque no se les conceden los mismos derechos que tiene un matrimonio entre hombre y mujer, es inaceptable".

1 comentario:

SeSaViles dijo...

Nacimiento: Nació en Cartago, Valle del Cauca (Bogotá), el 13 de setiembre de 1932.

Educación: Estudió Filosofía en el Seminario de Popayán, Teología en la Universidad de Laval de Québec, Catequesis en la Universidad Católica de Washington y Doctrina Social de la Iglesia en el ILADES de Santiago de Chile.

Sacerdocio: Fue ordenado sacerdote en el Seminario de San Pedro en Cali, el 8 de julio de 1956, para la arquidiócesis de Cali. Párrco y fundador de las parroquias de "San Pedro Claver" y de Nuestra Señora de la Providencia"; capellán de la escuela militar de aviación "Marco Fidel Suárez"; capellán de la escuela nacional "Santa Librada"; capellán de la clínica "Nuestra Señora de los Remedios", vicario pastoral de la arquidiócesis de Cali; vice-rector de la escuela mayor "Santiago de Cali".

En esta entrevista el Arzobispo Sáenz, da a conocer porque la iglesia defiende y mantiene su oposición ante los homosexuales. Y me parece una poción que debe respetarse, ya que él mismo dice que recetan si dos personas de un mismo sexo estén juntas lo único que no aceptan es que a este unión se le llame familia, y ante Dios no es permitido.

En conclusión yo puedo decir que, hay que respetar la ideología que la iglesia mantiene en cuanto a los homosexuales, pero algo que si pienso en contra de esta ideología es que a las personas hay que tratarlas por igual porque ante Dios todos somos iguales.